Texto de tono poético y nostálgico sobre Violeta Parra, lamentando no haberla conocido, pero destacando la multiplicidad de la obra de la artista. Finalmente, escribe Muñoz Lagos: “Hoy, damos gracias a la vida por evocarla: en el silencio de su guitarra floren los versos que la están añorando junto a las viejas estaciones ferroviarias abandonadas, junto a los puentes de madera, junto a las caletas plateadas por el brillo de sus robalos y congrios. Allí continúa Violeta Parra con su cantos, la suerte de su voz y el temblor de la ternura en cada verso”.
La columna se ilustra con fotografía de Marino Muñoz Lagos.