El poeta testimonio su conocimiento de la artista y sitúa la obra de Violeta Parra en un lenguaje universal. “La profundidad de su lenguaje son en sí mismo el signo de la tragedia existencial escrita por Albert Camus. Quizás ella no lo sabía. Ni nosotros tampoco, cuando la escuchamos cantar en aquel verano de 1958 en el Salón de Honor de la Universidad de Concepción, durante las sesiones del primer encuentro de escritores chilenos. Pregunté entonces y pregunto ahora: ¿Cuál es nuestra identidad?”. A modo de anécdota ilustrativa, Ramón Riquelme recuerda: Hace cerca de veinte años un amigo ya perdido definitivamente en los caminos de la demencia nos trajo una cassette con las canciones de Violeta Parra en sueco. Aún no conociendo el idioma en su esencias, los versos de la autora de «Gracias a la vida» tenían la belleza de siempre”.