De la mano de Violeta Parra, el filósofo y musicólogo Gastón Soublette (1927) conoció el repertorio del folclore chileno en los años 50, cuando ayudó a la artista a transcribir musicalmente los cantos que recolectó en los distintos territorios campesinos del país. Violeta lo introdujo en el interés por la cultura popular y, hasta poco antes de que se suicidara (en el verano de 1967), mantuvieron una estrecha e intensa colaboración.
En esta entrevista que Soublette dio hace pocos meses al Museo Violeta Parra, reconoce que tuvieron sus diferencias y encontrones –sabido es el carácter explosivo que caracterizó a la artista— pero releva su genio, pasión y generosidad, declarándose su discípulo. Confiesa que de ella adquirió los saberes fundamentales que ha aplicado en su vida y su trabajo.
A sus 93 años Soublette se mantiene atento a los debates contemporáneos sobre el Patrimonio. Considerado por muchos como “el sabio de la tribu” se pronuncia respecto a la urgente necesidad de que el Museo Violeta Parra se consolide, crezca y se sostenga en el tiempo, entendiendo que la figura de Violeta Parra constituye un patrimonio nacional y universal, arraigado en nuestro imaginario simbólico. “Es necesario para enriquecer la cultura chilena que las obras de Violeta puedan ser vistas por todos los chilenos y todos los extranjeros que lleguen al país. No sería un acto de generosidad con nuestro pueblo y con nuestra cultura que ese patrimonio quede guardado. Yo en mi casa tuve un museo indígena con muchas piezas que junté durante 50 años. ¿Pero qué sentido tenía que yo tuviera todo eso guardado y que lo viera sólo mi familia y mis amigos? No tenía ningún sentido. Eso era un patrimonio y por eso lo doné. Y estoy feliz de que lo vean los alumnos, los profesores, los niños de los colegios. Lo mismo diría yo del Museo Violeta Parra: necesitamos que ese patrimonio esté al alcance de la mano, de los ojos y de los oídos de todos”
